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Dios y Elcana

De Gabriel Arauto, adaptado por Jacobo Santín

 

El primer libro de los que se le atribuyen al profeta Samuel empieza narrando el nacimiento del profeta.


Samuel fue hijo de Ana, esposa de Elcana. Elcana tenía dos mujeres, Ana y Penina, Penina tenía hijos mientras que Ana era estéril. El texto hace énfasis en que Ana no podía tener hijos porque Dios había cerrado su vientre.


El narrador es incisivo: no es que Dios permitió que Ana fuera afligida por la esterilidad, como si fuera una fuerza independiente actuando por sí sola en el universo, más bien, Dios obró activamente para hacer estéril a Ana, cerró su matriz, dañó sus órganos reproductores para que no pudiera concebir. Eso no significa que Ana había sido castigada por algún pecado específico, solo significa que Dios lo había hecho.


Sabemos que Jehová es el que forma a cada ser humano en el vientre, de manera que cualquier defecto en nuestra constitución es intencional. Quien niega eso está negando la soberanía de Dios y desviándose del Camino. Sin embargo, los que predican la soberanía para justificar cómo se resignan ante los males de los que Dios prometió salvarnos no son mejores.


La historia que cuento tiene un final feliz.


Que Dios haya hecho que tú o un hijo tuyo, o tu pareja, tenga alguna deficiencia no significa que Él quiera que mueran con esa condición, no significa que no tienen esperanza, no significa que deben permanecer con esa limitante toda la vida. Esa es la primera lección.


La esterilidad de Ana era un problema por sí mismo. Como una mujer mentalmente saludable, ella quería ser mamá, osea, concebir, gestar, dar a luz y amamantar a un hijo de su propia carne y sangre. Sin embargo, ese sueño era imposible debido a su defecto. Además, Ana tenía que lidiar con el tormento de ser una mujer estéril en una sociedad en la que el valor de una mujer dependía de su capacidad de tener hijos. Su situación también la convertía en blanco fácil para las provocaciones de su rival, Penina, quien la irritaba sobre todo cuando la familia iba a Siló para ofrendar sacrificios al Señor.


Así es como la esterilidad de Ana la tenía en frustración, sufrimiento, y persecución que arruinaba su adoración en familia.


Los comentaristas sin fe se esfuerzan mucho para explicar los eventos que vivieron los héroes de la Biblia de una forma que haga parecer imposible que el lector tenga el mismo éxito que ellos. Por ejemplo, se dice que Dios oyó la petición de Ana porque Él quería que Israel tuviera un líder santo en un tiempo de gran corrupción sacerdotal. Ana quería un hijo para que fuera un ministro, y Dios necesitaba un ministro, así que Dios la oyó. Poniendo las cosas desde esa perspectiva pareciera que Dios era el que necesitaba a Ana, y que fue movido por su interés propio indiferente.


Dios hace todo por interés propio, sí, pero ese interés propio es profundamente compasivo. Dios siempre busca su propia gloria, pero Él se glorifica ayudando a su pueblo. Dios podía conseguir un Samuel de mil maneras, pero Ana solo lo tenía a Él.


La verdad es que Dios oyó a Ana porque sintió compasión por su situación y quería salvarla de la frustración, la aflicción y la persecución.


Sí, Él se quería glorificar a sí mismo, sí, quería levantar a un líder santo, pero lo haría cumpliendo el sueño de Ana, restaurando su dignidad, y derrotando a sus enemigos.


Si describimos este episodio como la Biblia lo presenta, garantizamos esta ayuda para todo el pueblo de Dios, y cualquier cristiano es libre para confiar en Jehová para tener gloria y victoria, y realizarse en la vida.


Elcana tenía buenas intenciones, pero no era muy racional. Él intentaba compensar la frustración de Ana siendo un buen esposo. De hecho él creía tanto en sus esfuerzos que le sorprendía la tristeza de Ana. "¿Acaso no soy yo mejor para ti que diez hijos?" preguntó.


La lógica de Elcana es la lógica de la compensación, el premio de consolación, del paliativo. Él pensaba que podía satisfacer el deseo A concediendo el bien B. Esa irracionalidad domina la mentalidad de muchos de nuestros predicadores, que también piensan que un deseo puede ser satisfecho por un bien diferente al que pide.


Los hombres adoran los paliativos porque es la única solución que pueden dar para un problema imposible. Así que si no puedes tener hijos, adopta un niño, o ten hijos espirituales, o ándale, entiende que Dios es mejor que tener hijos -eso es lo que ellos enseñan. Con todo, ni la adopción ni el ministerio pueden darle a una mujer estéril la experiencia de la maternidad: concebir, gestar, dar a luz, y amamantar un hijo. Es verdad que tener a Dios es mejor, si tuviéramos que escoger, ¿Pero por qué el creyente tiene que escoger, si sirve al Dios de la fertilidad?


Dios es mejor que los hijos, pero no es un hijo y no puede compensar la falta de un hijo o satisfacer el deseo por un hijo, a menos que se encarnara otra vez, entonces sería el hijo de la mujer que lo criara.


Que Dios sea el bien supremo no significa que disfrutar la divinidad satisfaga completamente a la criatura, excepto cuando ese goce implica tener los bienes que le corresponden a cada necesidad. Adán tenía a Dios en el Edén, Dios es mejor compañía que la de una mujer, pero Dios no podía ser la esposa de Adán, Dios nunca podría satisfacer a Adán de la manera en la que Eva podía, por el simple hecho de que Dios no era una mujer. Adán estaba solo incluso teniendo a Dios a su lado, y Dios era el único que podía satisfacer el deseo de Adán por una mujer, pero no personalmente, sino a través de Eva. El problema es que los teólogos malos no creen que Dios hará por nosotros lo que hizo por Ana o lo que hizo por Adán, por eso predican una religión de puros paliativos.


Sus discursos interminables sobre la grandeza de Dios y estar completamente satisfechos en Dios son falacias que intentan frenar la oposición. Parece equivocado decir que Dios en sí mismo no es totalmente satisfactorio, pero es exactamente lo que la Biblia enseña, y a mí no me interesa tener una buena reputación entre los idiotas.


Elcana no podía satisfacer a Ana, pero Ana hizo un voto diciendo que si Dios le daba un hijo (date cuenta de que estaba pidiendo un varón específicamente) ella lo dedicaría al servicio del Señor para siempre y no cortaría su cabello o barba. Dios estuvo de acuerdo y le otorgó a Samuel, que fue uno de los profetas más grandes de Israel. Los hijos concedidos por medio de la redención siempre son poderosos. Ana tuvo cinco hijos más, tres niños y dos niñas. Ana concibió, gestó, dio a luz, y amamantó seis veces - ¡Dios la redimió completamente! No hubo paliativos, compensaciones, o premio de consolación, Dios le dio a Ana exactamente lo que ella quería.


El narrador empieza la historia contando que Dios hizo estéril a Ana, y termina diciendo que Dios la hizo fértil. La verdadera creencia en la soberanía de Dios es así, confiesa un Dios que es soberano para enviar el mal y también para redimir del mal. La soberanía de Dios casi nunca significa resignación, la mayoría de veces exige resistencia, ya que Dios redime todas las áreas de la vida sobre las que gobierna.






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