Adaptado por Jacobo Santín de "Salvadores" por Gabriel Arauto a través de Vem Pra Seita!
Dios es una fuente inagotable de salvación.
La salvación en Él es suficiente para resolver todos nuestros problemas y todos los problemas del mundo.
En la actualidad no podemos tener un mundo perfecto porque la hora de sujetar todo el mal no ha llegado todavía. Pero es verdad que viviríamos en un auténtico paraíso de paz y prosperidad si fuéramos más hábiles en el arte de recibir de parte de Dios.
Dios entrega sus salvaciones por medio de la oración, y la oración solo es real cuando se ore con fe. Cualquiera se puede arrodillar y hacerle peticiones a Dios, pero solo el que tiene certeza de que será oído va a recibir exactamente lo que pida, o incluso más de lo que pidió.
Para mejorar nuestra vida debemos aprender a recibir de parte de Dios, y para hacernos un mundo mejor tenemos que enseñarle a otras personas a recibir también. Nuestra doctrina de oración debe ser tan poderosa como la Biblia nos lo permita, enseñando que es posible recibir de parte de Dios exactamente lo que se quiere, o infinitamente más de lo que imaginamos, y que si hay fe la respuesta está asegurada. Eso es fundamental para nuestro avance y felicidad.
Una doctrina débil impide nuestro desarrollo personal y la construcción de un mundo mejor. Que la respuesta de Dios sea incierta aunque el que ora tenga certeza es algo que obstaculiza el camino por medio del que la salvación de Dios llega a nosotros. Es una herejía grave que trae consecuencias desastrosas.
Con todo, afirmar la doctrina correcta de forma superficial no hará que se manifiesta la salvación de Dios. Tenemos que ser expertos en el arte de recibir de parte de Dios. Solo podemos superar a nuestros oponentes si nos volvemos receptores hábiles de la salvación, cuando además de tener el credo correcto, está vivo y encarnado en nosotros.
La doctrina de la oración en la Carta de Santiago es muy saludable, porque dice, "No tenéis porque no pedís," (4:2). Dios tiene recursos ilimitados, pero esos cristianos vivían en escasez porque eran negligentes con la oración. Pero a aquellos entre ellos que mantenían una vida de oración no les iba mejor porque "Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites," (4:3). Las oraciones envidiosas, cizañosas, y mundanas, o que tienen cualquier actitud contraria a la fe no serían respondidas. No solo tenemos que orar, debemos orar bien.
"Si a alguno le falta sabiduría, pídala a Dios, que da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada," (1:5). Dios nos salva de la ignorancia por medio de la oración. La mayoría de las personas son tontas no porque Dios las haya hecho intelectualmente inferiores, sino porque han olvidado tanto la actividad intelectual que sus mentes se han atrofiado. Cualquier miembro que no usamos se achica. Es lo que pasa con la mente de la mayoría de personas. Aunque ese sea el problema, o si quizás la persona sí nació desafortunada, Dios la puede salvar, y lo hará por medio de la oración cuando haya fe.
Ninguna oración puede funcionar sin fe, esto es, sin el tipo de fe que anima a una persona a hacer buenas obras, que es lo que la Epístola nos enseña. Por lo tanto, la "oración de fe" y la "oración del justo" son lo mismos: "Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, llevada de un lado a otro por el viento. No piense tal que recibirá nada del Señor, el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos." (1:6-8)
A través de la oración nos volvemos participantes y ministros de las salvaciones de Dios, al mismo tiempo somos beneficiarios y salvadores. Salvadores en el sentido de que por medio de nuestras oraciones la salvación de Dios alcanza a otras personas: "¿Hay enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados," (5:14-15).
La sabiduría y salud son bendiciones tan transformadoras que por sí solas podrían reparar el mundo, pero la oración es capaz de hacer mucho más. "La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto," (5:16-18). Así como las salvaciones de Dios son variadas, los efectos de la oración también son variados. Si la oración tiene el poder de evitar la lluvia, los cristianos la pueden usar para resolver inundaciones o sequías.
Yahvè es una fuente inagotable de salvación, y nosotros podemos ser los canales con los que él riega los desiertos del mundo, o podemos obstruir las vías de salvación con increduliad, negligencia, o falsa doctrina. Así que ¿Cuál serás tú?