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Libertad de la Opresión: Primera Parte

Fragmento de "Salmo 103: Nenhuma benção a menos" de Oliver Amorim, traducción de Jacobo Santín

 

El Señor le hace justicia a todos los oprimidos...

El tema de la "opresión" ha sido secuestrado por los izquierdistas desde la Revolución Francesa, y ha adquirido una connotación cultural problemática para la gente que intenta comprender la Biblia. Una de las reacciones más comunes para los que quieren alejarse lo más posible de los comunistas es omitir el tema. Los cristianos con tendencias conservadoras hablan como si no existieran oprimidos y opresores. Enfatizan la meritocracia y denuncian la cultura del "victimismo." Es una actitud parecido a la de los pastores que, para no ser confundidos con neopentecostales de tercera ola, se abstienen de enseñar abierta y repetidamente sobre el diezmo y las promesas de prosperidad.


Está claro que esa es una incompetencia imperdonable. Si no puedes hablar de un tema conforme a tu propia cosmovisión porque otros lo han manchado con la suya, ya eres un esclavo de ellos. Estás definiendo tus acciones y tu hablar conforme al error. No entiendes lo que predicas y no puedes proclamar la verdad con poder.


Es obvio que el tema de opresión en la Biblia se diferencía fundamentalmente de la idea de los comunistas. En primer lugar, el comunismo trata a los "opresores" y "oprimidos" como clases, no como individuos. Hay clases opresoras y clases oprimidas, y se define a los individuos por sus respectivas clases, y no al revés. Las clases cambian conforme a sus agendas, pero la estructura clasista permanece igual. De manera que la idea de moda es que los ricos son una clase opresora y los pobres una clase oprimida, y eso define automáticamente a todos los individuos. Es por eso que los comunistas siempre matan tanto. Condenan a muerte a las personas no por ser culpables de algún crimen de forma personal, sino únicamente por formar parte de una clase que el partido ha designado como opresora. No obstante, la Escritura dice lo contrario: "No pervertirás el derecho de tu hermano menesteroso en su pleito. Aléjate de acusación falsa, y no mates al inocente ni al justo, porque yo no absolveré al culpable." (Éxodo 23:6-7). Cada persona debe ser juzgada por su propia conducta, no por pertenecer a alguna clase.


En segundo lugar, la Biblia enseña la responsabilidad de los oprimidos. Los oprimidos no deben contraatacar a sus opresores ni amotinarse con violencia. No hay justificación para la violencia revanchista. Cuando los trabajadores hacen huelga, los izquierdistas les aplauden, pero están en pecado por perjudicar a los demás. Es aún peor cuando queman llantas en las calles, levantan barricadas, y cierran vialidades. Están practicando violencia contra todas las personas que solamente quieren cuidar sus propias vidas. Los oprimidos no tienen carta blanca para hacer lo que quieran en nombre de su causa o un bien mayor.


Mira como la historia de Agar ilustra esto. Agar era esclava y Sara era ama. Cuando Agar se embarazó, empezó a despreciar a Sara. Ella probablemente se sentía superior por haberse embarazado de Abraham, mientras que Sara seguía estéril. Quizás había dejado de seguir órdenes rápidamente, quizás empezaba a tener una actitud engreída, como los fresas, volteando los ojos y parando la nariz. Por esa falta de respeto Sara se opuso y Agar se fue asustada.


¿Cómo juzgó Dios esa causa laboral? Le ordenó a Agar volver y someterse a Sara. Él falló a favor de Sara, no de Agar. Sara tenía poder y autoridad sobre Agar, pero eso no la hacía culpable de "Acoso moral." Sara usó su autoridad legitimamente para castigar la actitud pecaminosa de su sirvienta. Hoy en día cualquier persona simpatizaría con la esclava y tacharía a Sara de ser una jefa opresora. Pero la verdad es que Agar estaba trabajando mal y quien trabaja mal no tiene derecho a reclamar "malas condiciones."


Pero el episodio se vuelve aún más interesante en la próxima huída. Cuando Ismael, el hijo de Agar, empezó a hacerle bullying al pequeño de Isacc, Sara le pide a Abraham que la expulse, y Dios le da la razón a Sara otra vez. Pablo habla con esos términos en Gálatas 4: Los descendientes espirituales de Agar, los judíos, oprimían y perseguían a los descendientes espirituales de Sara, los cristianos, aunque los judíos fuesen los esclavos y los cristianos fueran los libres. ¡La mentalidad carnala nunca concebiría que los esclavos pudieran oprimir a los libres! Pero fue exactamente lo que pasó.


De todos modos, Dios no abandonó a Agar. Le encargó a Abrham despedirla con provisiones, y cuando el agua se acabó e Ismael estaba a punto de morir, Dios oyó el clamor de Agar y le dio un pozo con agua por medio de un milagro. También le hizo promesas de bendición y victoria a su hijo. ¡Eso es maravilloso! Dios muestra compasión a los vulnerables que claman a él, mientras juzga cada caso con justicia perfecta.


Por lo tanto, la identificación de opresores y oprimidos debe ser hecha caso por caso, y no por clases, y los oprimidos deben cumplir con su responsabilidad a rajatabla. Los oprimidos que se dan permiso para "Luchar por sus derechos" relajando el estándar moral van a ser condenados por Dios. Si, por otro lado, claman a Dios, serán oídos.


En tercer lugar, nos tenemos que preguntar: ¿Quién es el liberador de los oprimidos? Los comunistas piensan que los oprimidos solo se pueden liberar a sí mismos cuando se levantan contra sus opresoras y apoyan que el partido modifique la sociedad para convertirlo en un paraíso sin Dios. De los muchos males del comunismo, probablemente este es el peor: el mesianismo del estado. Ese pensamiento ha impregnado tanto nuestra sociedad que hasta las personas a las que ni se les ocurriría apoyar a los comunistas ven al gobierno como una solución para todas las injusticias. Todas las políticas de redistribución de la riqueza por medio de impuestos, la judicialización de cualquier conflicto, y la parcialidad intencional del estado contra los empleadores a favor de los empleados, casi toda la población apoya esas cosas. Las personas recurren muy rápido al estado para tener soluciones. Lo hacen casi por reflejo. Todos los problemas imaginables tienen respuestas del estilo "Te voy a demandar" o "El gobierno debería..."


La respuesta bíblica es fundamentalmente diferente: el Señor es protector de los oprimidos. Él es el libertador. Él demostró eso cuando liberó a los Israelitas de la opresión de Egipto. Y después él se reafirmó como vengador de los oprimidos en dos formas. Primero emitiendo leyes que prohibían la opresión contra los vulnerables, so pena de caer en manos de él: "Al extranjero no maltratarás ni oprimirás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. A la viuda y al huérfano no afligiréis. Si lo afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor, y se encenderá mi ira y os mataré a espada, y vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos." (Éxodo 22:21-24)


"No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. El salario de un jornalero no ha de quedar contigo toda la noche hasta la mañana. No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego, sino que tendrás temor de tu Dios; yo soy el Señor. No harás injusticia en el juicio; no favorecerás al pobre ni complacerás al rico, sino que con justicia juzgarás a tu prójimo." (Levítico 19:13-15)


Estas referencias demuestran que Dios asume personalmente el papel de liberar y vengar a los que sufren sin que nadie los pueda ayudar.


En segundo lugar, él prometió un mesías libertador: "El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros." (Isaías 61:1)


Jesús vino para liberar a los cautivos. Su ministerio entero estaba marcado por esa misión. Ese fue el propósito que separó a sus seguidores de sus enemigos, revelando quién era quién. ¿Por qué la gente corría hacia Jesús? Porque él las liberaba de la opresión del diablo y la falsa religión. ¿Por qué los líderes y los teólogos de los judíos odiaban a Jesús y lo condenaron a muerte? Porque él los exhibió como opresores y acabó con el dominio espiritual que ejercían contra los pobres e incultos:


"Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana." (Mateo 11:28-30)


"Ellos le dijeron: 'Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos vas a enseñar?' Y lo expulsaron de allí. Jesús dijo: 'Yo he venido a este mundo para juicio; para que vean los que no ven, y para que los que ven se queden ciegos.'" (Juan 9:34, 39)


"Una vez más Jesús les dijo: 'De cierto, de cierto les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí, son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron. Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.'" (Juan 10:7-10)


"Pero los fariseos dijeron entre sí: 'Como pueden ver, así no conseguiremos nada. ¡Todo el mundo se va tras él!'" (Juan 12:19)


Después de su ascensión, el rey Jesús juzgó a los oprimidos de su pueblo usando a los romanos para incendiar Jerusalén: "A gran voz decían: «Señor santo y verdadero, ¿hasta cuándo seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra sangre?" "¡Alégrate de ella, cielo! ¡Y alégrense ustedes, santos, apóstoles y profetas, porque en ella Dios les ha hecho justicia!" (Apocalipsis 6:10, 18:30)


¡La iglesia del Señor es una iglesia libre, libre de la opresión! Así como Dios liberó a los israelitas de Egipto y liberó a la iglesia primitiva de la vieja Jerusalén, él seguirá liberando y vengando a su pueblo por toda la historia. Los cristianos que sufren persecución deben alegrarse por eso y esperar la intervención del Señor para que cambie su suerte.


Consideremos ahora los distintos niveles de opresión de los que Dios nos libera.


Primeramente, de la opresión del diablo. Cuando el hombre pecó contra Dios, se puso bajo esclavitud de Satanás (Efesios 2:2; Hebreos 2:14-15). Todos los que no creen en Cristo están bajo la potestad del diablo. Ellos son torturados por demonios y cegados para que no perciban la verdad y no quieran salir de ese estado (2 Corintios 4:4). De esa opresión resultan las posesiones demoníacas, las posesiones serpentinas y las enfermedades (Lucas 13:16; Hechos 10:38). Pero Jesús nos vino a rescatar, ofreciéndose a sí mismo como pago de la deuda que teníamos con Dios. Él compró a su pueblo con su sangre (Hechos 20:28; Apocalipsis 5:9), y así como nos liberó del imperio de las tinieblas, nos trasladó al reino del amor del Hijo. (Colosenses 1:13-14)


Esta liberación trae efectos morales, psicológicos y físicos. Moralmente, el cristiano es libre para obedecer a Dios y seguir el camino de la santidad. El pecado ya no reina sobre nosotros, y somos siervos de justicia (Romanos 6:18). Eso es crucial para tener victoria sobre el pecado. A veces los cristianos enfatizan tanto la "depravación total" que normalizan caer en pecados habituales y la convivencia con los pecados que más se acercan a cada personalidad. Son pecados "normales" para ellos. Podrán decir que luchan contra tal o cual pecado, sin ninguna esperanza de triunfar sobre ellos definitivamente. Eso es inaceptable. Si ya recibimos nuestra carta de emancipación firmada con la sangre del hijo de Dios, el pecado debe de parar. Necesitas tomar posesión de esa libertad por fe y actuar como rey y sacerdote de un mundo nuevo donde habita la justicia. No piense que es normal "luchar" contra un pecado toda su vida y tener recaídas sin fin. ¡Actúa como alguien libre en Cristo!

Psicológicamente, el cristiano está lleno de gozo y paz, como ya lo hemos cubierto extensamente en capítulos anteriores. Como dice Malaquías: "Cantarán y saltarán como becerros bien alimentados." (4:2). La depresión, el pánico, la angustia y la culpa son armas de opresión de Satanás. Además, dado que el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado (Juan 16:11), él ya no tiene autoridad para oprimirnos con esas cosas. Vive libre de todo lo que oprime sus emociones y su bienestar psicológico.


Físicamente, el cristiano es libre de la opresión de los padecimientos. Como ya fue explicado en capítulos anteriores, vemos que la disciplina eclesiástica en 1 Corintios 5 sirve para devolver al excomunicado a la autoridad de Satanás para que su carne sea afligida hasta la destrucción. Eso solo tendría sentido si el reino de Dios hecho visible en la iglesia es un lugar libre de enfermedades, que el diablo no puede tocar. Ser parte de la iglesia significa estar separado del poder de las dolencias. El reino de Dios es un reino que trae sanidad para los padecimientos por medio de la expulsión de demonios (Mateo 12:28). Por lo tanto, cuando una iglesia rechaza la sanidad y abraza la enfermedad, como los teólogos cesacionistas, también renuncia a todos su poder para disciplinar. Ella se vuelve incapaz de trazar una línea evidente entre la patria de Dios y la del Diablo. Ella se coloca voluntariamente bajo la opresión del diablo y reniega de su salvador.


En segundo lugar, la opresión de los padres -y en todo este argumento me refiero a padres y madres. Sí, los padres se pueden convertir en opresores muy seguido. Eso no es algo que se diga desde los púlpitos o en los libros teológicos, lo que provoca una situación un tanto paradójica: mientras que los pastores y las autoridades gubernamentales constantemente destruyen la autoridad de los padres, quitándoles a sus hijos y poniéndolos con personas de su misma edad por el mayor tiempo posible, así como adjudicándose una educación que debería ser prerrogativa de los padres, al mismo tiempo glorifican la figura de los papás por el simple hecho de ser papás. Parece que piensan que los hijos siempre honran y obedecen a sus padres menos de lo que deberían, y nunca de más. así que sus exhortaciones son siempre para que los hijos honren, respeten, obedezcan, y nunca hagan nada que los contradiga. Los padres siempre tienen la razón. Los padres siempre saben lo que es mejor. En la mentalidad de esa gente la única alternativa que hay a eso es que colapse la autoridad de los padres y haya rebelión adolescente.


Mi forma de abordarlo es totalmente opuesta. Yo le doy a los padres un poder mucho mayor del que generalmente se les da: el poder para enseñar, educar, regular la vida en el hogar, aconsejar, ministrar sanidad y milagros, proteger contra familiares entrometidos, vigilar -todo eso sin tercerizaciones. De hecho, en un libro futuro voy a defender que el bautismo debe de ser hecho por los padres cuando ellos hayan ganado el alma de sus hijos. Y es precisamente porque le atribuyo tan gran poder a los padres que también les atribuyo una responsabilidad proporcional, razón por la cual soy extremadamente severo contra ellos en mi libro sobre educación sexual. No tengo compasión por los padres incompetentes. Tampoco adulo a los papás por el simple hecho de que sean papás, ni a las mamás por el simple hecho de ser madres. Nunca le mentiría a un adolescente diciéndole que debe acatar la sabiduría de sus padres si yo me doy cuenta de que son unos idiotas. La verdad es que la inmensa mayoría de las personas son idiotas, y ninguna deja de serlo cuando se vuelve padre o madre. Si los padres fueran tan sabios y justos como sus aduladores quieren que creamos, no estarían arrastrándose ante las botas de la escuela pública, los psicólogos, y los tíos de los jóvenes de la iglesia; no le estarían dando televisiones y computadoras para que sus hijas tengan en sus cuartos y después se pregunten como terminaron enviciados con la pornografía. Montón de imbéciles incompetentes.


Déjenme decir algo sobre la disciplina. Es verdad que los libros sobre disciplina generalmente dicen que los padres no deben de disciplinar con rabia, ni por rabia, y que el objetivo de la disciplina es la educación para el Señor, no desahogar rabietas personales. Tienen razón, pero no son tan duros con los padres que cometen eso. Ellos tratan esos errores como si fueran comprensibles, porque a final de cuentas somos "imperfectos." (Un tip: nunca aceptes una justificación basada en la "imperfección." Ser "imperfecto" es el comodín que usan los cobardes para eximirse de responder por sus actos. Satanás también es "imperfecto" pero nadie piensa que podemos ser indulgentes con él por eso.) Yo, por otro lado, digo que, toda vez que un padre o madre disciplina a sus hijos por rabia, o de forma desproporcionada, o por alguna molestia que no tiene nada que ver con una desobediencia o pecado, se están portando como bandidos. Eso porque absolutamente nadie, además de los padres, tiene derecho de ponerle un dedo encima a un niño para castigarlo. Ningún extraño en la calle puede pegarle a mis hijos con la mano, con un palo o un cinturón. Si hacen eso, los dejaré en Urgencias. Pero si los padres son los que ministran la disciplina del Señor, son responsables de hacer su voluntad, y la única disciplina legítima que pueden aplicar es la que aprueba la Palabra de Dios. Cualquier otra disciplina ajena a ese oficio equivale a la de un extraño. Los padres que golpean a sus hijos arbitrariamente, para imponer su ego y no para honrar a Dios, deben ser tachados como criminales violentos. Los padres no merecen ninguna compasión, las víctimas son los niños, de ellos me compadezco.


No estás acostumbrado a escuchar estas cosas de parte de los más celosos por rescatar a la "familia tradicional." Está claro que los comunistas que se escandalizan con las nalgadas están equivocados. La intención que tienen solamente es que el gobierno absorba la autoridad paternal. Los papás no pueden dar nalgadas, pero el gobierno puede fusilar. Esa es la consecuencia lógica de sus ideas nefastas. Pero la otra opción no es volver al patrón familiar de tu abuelo. Sus abuelos se la pasaban pegándole a tus papás sin motivo, y no tenían paciencia para enseñar correctamente. Se la vivían gritando y aventando chanclas, dando cinturonazos sin justificación alguna. La generación que fue criada así suspira: "¡Esa sí era crianza! ¡No me morí por eso! ¡Nunca dejé de amar a mis papás por esas cosas!" Bien, "No me morí" es un pésimo argumento. Si le rompo el brazo a mi hijo una vez al mes, no se va a morir ¿Así que eso estaría bien? El hecho de que todavía amas a tus papás que fueron tan violentos contigo tampoco es prueba de nada. Es el hecho de que los hijos tienden naturalmente a amar a sus padres; los padres se tienen que esforzar mucho para perder el amor de sus hijos. Quizás tu amor por tus padres no sea muy justo que digamos. Quizás los estás venerando más de lo que merecen. ¿Quién sabe? En todo caso, el patrón debe ser la Palabra de Dios, y no lo que a ti te parezca o sientas. La crianza a la antigua estaba espantosamente errada y ejercía un nivel maligno de violencia contra los hijos.

Los padre también oprimen a sus hijos con sus malas decisiones. Si son pésimos administrando el dinero o dejan a sus hijos en inseguridad, si manipulan a sus hijos para que no tomen decisiones saludables para ellos mismos, si no permiten que sus hijos sigan una vocación espiritual legítima, si los chantajean emocionalmente para que no se casen ni salgan de casa, están actuando como opresores. Así como los padres tienen un enorme poder para bendecir a sus hijos, también tienen poder para oprimirlos.


¿Cuál es la salida? Romper con el pasado. Jesucristo hace nuevas todas las cosas. Él te da el Padre que necesitabas pero nunca tuviste. Él vino a revelarte al Padre Celestial. Clama al Señor para que te libre de tus padres opresores. Él te adoptará y te hará un príncipe o princesa de su reino de amor. Después te capacitará para enfrentar a tus padres, salir de casa, dejar atrás el pasado e iniciar una nueva familia. Tendrás hijos y serás el padre o madre que te hubiera gustado tener. El ciclo de opresión terminará en la generación pasada. Tú comenzarás un nuevo ciclo de generaciones bendecidas y felices, porque estarás bajo la mano paternal de Dios. ¡Sé fuerte y valiente!




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