De Gabriel Arauto, a través de Notas Do Alto, traducción por Jacobo Santín
Jabez
La Biblia dice que Jabez era el hombre más importante de su familia, y nos explica que lo era por una oración que hizo. Esta fue la oración de Jabez: “Él fue quien oró al Dios de Israel diciendo: ‘¡Ay, si tú me bendijeras y extendieras mi territorio! ¡Te ruego que estés conmigo en todo lo que haga, y líbrame de toda dificultad que me cause dolor!’; y Dios le concedió lo que pidió.” (1 Crónicas 4:10)
Hay que entender su petición. Jabez no pidió sabiduría, santidad, u otra bendición que las personas consideran espiritual. Su oración fue, por así decirlo, terrenal y carnal, dirigida a esta vida, pidió expansión y protección.
Jabez no era un desterrado que imploraba un pedacito de terreno, él quería un aumento del territorio que ya poseía, él quería más tierras. También le pidió a Dios que lo protegiera de sufrimiento. No era igual que pedir a Dios que lo sacara de una aflicción, o que Dios siempre lo salvara, no, él pidió exención.
Las peticiones están conectadas: sin protección la prosperidad no dura, ni crece, ni puede ser disfrutada. Lo que Jabez verdaderamente quería era la garantía de una vida feliz.
Lo que más nos importa es la respuesta de Dios:
Dios responde oraciones carnales.
Dios responde deseos terrenales.
Dios enriquece a las personas.
Dios exenta a las personas del sufrimiento.
La ambición terrenal de Jabez fue confirmada por el ‘Sí’ de Dios. Su deseo de vivir una vida cómoda y libre de problemas fue aceptado como legítimo.
La oración carnal hizo que Jabez destacara entre sus hermanos, ellos no hacían oraciones carnales, o las hacían sin fe.
¿Te das cuenta de lo que le puede pasar a tu devoción si le añades este tipo de oración? No dejes que los escrúpulos religiosos te impidan prosperar. Se trata de tu bienestar y el de tu familia ¡Pídele a Dios lo que quieres y sé feliz!
Adenda
Si tienes la oportunidad de leer el sermón de Spurgeon sobre Jabez ¡Desaprovéchala! Es un choro falaz que desprecia las bendiciones que el autor considera inferiores, como la riqueza, la fama, y la salud, que son precisamente las cosas que Jabez pidió y que Dios le concedió ¡Y a ese es el hombre al que llaman Príncipe de los Predicadores! Independientemente del éxito que haya tenido en otras áreas, si se trata de prosperidad bíblica, él era el príncipe de los perdedores. Su exposición de ese pasaje Bíblico es una mancha vergonzosa en su currículum.