Adaptado por Jacobo Santín de "They Said It to Her Face" por Vincent Cheung
El ángel Gabriel le dijo a María en la cara: "Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin." Era un ángel, fue un evento sobrenatural. El ser celestial se le apareció a María y le habló con palabras entendibles, llamó a Jesús "Hijo del Altísimo." Dijo que heredaría el trono de David. Prometió que su reino duraría para siempre. Todo era claro. Nada estaba oculto. Le dijo todo eso en la cara.
Cuando Jesús nació unos pastores llegaron de la nada porque un ángel les había dicho que el niño sería Cristo el Señor. Mientras el ángel les decía eso, una cohorte celestial apareció alabando a Dios y cantando sobre el niño. El ángel le mandó los pastores a Jesús, y María estaba ahí cuando visitaron al bebé y se maravillaron con él.
Después llegaron unos sabios desconocidos, que habían emprendido su viaje desde lejos, siguiendo una estrella, y que pasaron por Herodes para encontrar al bebé. La estrella significaba el nacimiento de un gran rey profetizado por escrituras antiguas. Esos hombres trajeron regalos de oro, incienso, y mirra -regalos para la realeza. Y María miró como esos hombres adoraron al bebé frente a ella. Eran hombres ricos y educados de otra parte del mundo que no hubieran tenido manera de conocer al bebé o saber donde estaba. Pero vinieron y adoraron al niño enfrente de ella.
En el templo, Simeón tomó al niño en sus brazos y habló por el Espíritu Santo. Dijo que el bebé era la salvación de Dios, la luz de revelación para lo gentiles, y la gloria de Israel. Simeón le dijo a María, "Este niño está destinado a provocar la caída y el ascenso de muchos en Israel." Se lo dijeron en la cara. Ana, la profetiza, también llegó y habló del niño a todos los que ansiaban la redención de Jerusalén. Lo hizo enfrente de ella.
Después de todo esto, María seguía sin conocer a Jesús. Parecía que no tenía idea de quién era Él. Cuando Jesús tenía doce años, se perdió durante una visita a Jerusalén, y María lo buscó tres días antes de que se le ocurriera buscarlo en el templo. Claro, a José tampoco se le prendió el foco, pero a diferencia de María a José no lo consideran un súper santo. Encontraron a Jesús en el templo, sentado entre los maestros. Cuando lo encontraron, María lo regaño, diciendo, "Hijo ¿Por qué nos trataste así? Tu padre y yo te hemos buscado ansiosamente." Jesús respondió, "¿Por qué buscaban? ¿Acaso no saben que debo estar en la casa de mi Padre?"
No solo es nuestra interpretación que María tenía algo malo, Jesús dijo que ella debía saber dónde encontrarlo. Ella debía asumir que Él estaba ahí. Después de todo lo que le habían dicho en la cara, y después de todo lo que había sucedido frente a sus ojos, debía saber dónde encontrarlo. Jesús estaba obsesionado con Dios. El ángel le dijo en la cara que lo llamarían "Hijo del Altísimo." Cualquier persona con dos dedos de frente sabría dónde encontrarlo. De hecho la Biblia dice varias veces que María reflexionó sobre las cosas que había experimentado ¡Pero no sabía! No tenía idea. Estaba sorprendida y frustrada.
Muchos años después de ese suceso, y después de que Jesús había iniciado su ministerio, parecía que María formaba parte de la gente que pensaba que estaba loco. Los Evangelios cuentan que su familia fue para hacerse cargo de Él, porque decían, "Está fuera de sí." Cuando su madre y sus hermanos llegaron, se quedaron afuera y pidieron que alguien lo llamara. Se lo querían llevar a casa, probablemente para detener sus ministerio. A pesar de todo lo que le habían dicho en la cara tanto profetas como ángeles, y a pesar de todo lo que había pasado con Jesús delante de ella, desde predicciones antiguas hasta ángeles cantando sobre la gente, hasta tener una visión que les permitió escapar el atentado del rey, María seguía del lado de los que dudaban de Jesús, los que pensaban que había perdido el juicio. Ella debería haber sido su mayor apoyo, pero cuando se apareció en su ministerio, se quedó afuera y se lo quería llevar. Sorprende leer todo esto, y saber que alguien pueda ser así.
Cuando alguien del gentío le dijo a Jesús, "Bendita es la madre que te dió a luz y te amamantó," Jesús contestó, "Más bien, benditos son los que oyen la Palabra de Dios y la obedecen." No solo dijo, "También son benditos," ni siquiera, "Son más benditos" los que obedecen, sino que dijo, "Más bien" benditos son los que obedecen, osea que los que son obedientes pertenecen a una categoría de gente diferente y superior. Esto podría indicar que María no era de los que oían la Palabra de Dios y la obedecían, así que Jesús demeritó su rol. Tenemos que considerarlo, pero no vamos a presionar tanto con esa perspectiva con poca evidencia.
De todos modos, Jesús sí contradijo la idea de que María era especialmente bendita solo por ser su mamá. Él dejó en claro que la verdadera bendición viene de escuchar y obedecer la Palabra de Dios, y eso describe la vida de cualquier discípulo normal. Ser un cristiano íntegro es más bendito que ser la madre de Jesús. En comparación, la conexión biológica que tenía María con Jesús valía poco. ¿Acaso María escuchaba y obedecía la Palabra de Dios? Aunque no tomáramos en cuenta lo que dijo Jesús, la evidencia hasta ahora nos indica que no era así.
Tenemos evidencia de que María finalmente se convirtió en una seguidora de Jesús. Estaba presente con los discípulos en Jerusalén después de que ascendió, esperando al Espíritu Santo esperado. Estuvo entre las personas que recibieron al Espíritu Santo y hablaron en lenguas el día de Pentecostés. Y como Jesús dijo que obedecer la Palabra de Dios es más bendecido que ser su mamá biológica y parirlo, eso significa que el logro espiritual de María más excelente no fue cuando aceptó la Palabra de Dios y concibió el cuerpo de Cristo, sino cuando creyó y obedeció la Palabra de Dios de recibir al Espíritu Santo y hablar en lenguas. Con todo, el bautismo con el Espíritu Santo con el hablar en lenguas es algo que rechaza mucha gente que se dice cristiana y que ha tenido la oportunidad de leer el tiempo absurdamente tardado de María hacia el discipulado. Esto los vuelve peores que María.
Eventualmente María entendió y creyó. Se convirtió en una seguidora de Jesús, después de miles de personas que habían tenido menos ventaja pero que empezaron a seguir a Jesús años antes que ella. Le tomó mucho tiempo, mucho más de lo que debería haber sido, a pesar de que Dios le dejó claro quién era Jesús desde antes de que naciera. María nunca fue la súper santa y madre que la gente se ha imaginado. Era espiritualmente sosa, reacia a creer y entender, y despreció la identidad y la misión de su hijo. El ángel habló con ella, los pastores hablaron con ella, los sabios hablaron con ella, los profetas le hablaron, y Jesús mismo lo hizo. Le contaron lo que sabían en su cara, pero ella no lo creyó ni lo entendió. No tenemos evidencia que indique que fue una discípulo antes de la resurrección de Jesús.
Y a María no la vuelven a mencionar después de eso.